En los albores del siglo XXI estamos inmersos en un contexto de
técnicas e instrumentos, unos clásicos, y otros que ya desde su
nomenclatura abren una incógnita, aptos para la financiación del
tejido empresarial. Operaciones como el descuento, el factoring, el
forfaiting, la titulización, el swaps o el repos; el recurso a
líneas de crédito renovales, a la financiación del precio de compra
de bienes con garantía sobre los créditos a comprar por su reventa,
o las vecinas técnicas de “planificación básica” o la
financiación de la cartera de pedidos, se realiza a nivel nacional e
internacional de forma cotidiana con el objetivo de poner créditos (y
los riesgos vinculados) en movimiento, haciendo de ellos mecanismos
para la li...